Textos

El año que viene

El año que viene saldremos a excavar pequeños agujeros en el jardín con nuestras uñas desnudas, y los llenaremos de soldaditos de juguete, migas de mazapán, mariposas muertas y las pestañas que se nos pegan en los dedos cada mañana. Durante las tardecitas de lluvia nos sentaremos junto a la ventana, empañándola con aliento a leche chocolatada, y haremos fuerza para que algo, no importa demasiado qué, empiece a crecer en nuestra huerta.

El año que viene llevaremos un minucioso catálogo de todas nuestras carcajadas en un cuaderno prolijamente forrado con papel araña amarillo, escribiendo cada nueva entrada con el ceño fruncido, la lengua afuera y la misma caligrafía temblorosa que teníamos a los seis años.

El año que viene armaremos una compleja máquina, llena de poleas y palancas y engranajes, que sirva tanto para pasar el plumero por la parte superior de los ventiladores de techo como para fotografiar secretamente a los duendes que (sospechamos) vienen todas las madrugadas a jugar a la rayuela en el piso de la cocina. La pintaremos de verde manzana, porque ése es el color indicado para cualquier máquina llena de poleas y palancas y engranajes que se precie como tal.

El año que viene caeremos en la cuenta, durante la segunda mitad de un viaje en tren, de lo ridículos que resultan todos estos planes que hoy trazamos. Pero dos minutos después nos olvidaremos de aquello que nos dimos cuenta, de la primera mitad del viaje en tren y (también) de todos estos planes que hoy trazamos.

El año que viene tendremos demasiadas cosas para hacer, así que en este sencillo acto decretamos que el año que viene empezó anteayer y se terminará cuando se nos dé la regalada gana.

Bombay TV

Uno de mis sueños de juventud (hasta hoy incumplido) es el de participar de alguna manera en la realización de una película, particularmente en calidad de guionista. Tengo la suerte de conocer a varias personas que se dedican a este tipo de actividad, y lo cierto es que los admiro y envidio abiertamente.

Afortunadamente, hoy conocí un sitio que me permite, aunque sea por un rato, jugar a ser un realizador cinematográfico con todas las letras. En Bombay TV nos dan la posibilidad, mediante un proceso muy simple, de subtitular pequeños fragmentos de películas provenientes de India (que ya de por sí son absolutamente fabulosos).

Aquí les presento un humilde trío de mis más recientes experimentos, enmarcados todos en uno de los géneros que más me agrada dentro del séptimo arte: la comedia romántica. Que los disfruten.

La solución de Azucena

Violencia animal injustificada

Toto sale de levante

Para ver más y mejores ejemplos de este tipo de creación, pueden pasar por este post en Sin Trigo (en donde pueden disfrutar de los aportes de Xcos y Pastor) o por este otro en Mató Tu Onda (con los delirios del dueño de casa y Reflai como invitada especial).

Si algún ilustre visitante se ve asaltado por la inspiración, me encantaría ver los resultados. No tienen más que avisar en los comentarios.

Ah, y de paso, vuelvo a agradecerles a Tintachina y El hombre que comía diccionarios por el reproductor de videoclips.

Contactos del más allá

Sí, claro que puedo hablar con los fantasmas.

Pero ocurre que los espectros que se ponen en contacto conmigo jamás lo hacen para que pueda revelarle a las autoridades policiales la ubicación exacta de sus cadáveres ocultos, ni me transmiten mensajes de romance eterno para los amores que los sobrevivieron, ni solicitan mi ayuda para poder resolver el problema terrenal que les está impidiendo encaminarse de una vez por todas hacia la luz.

Mis aparecidos son poco más que espíritus aburridos con ganas de charlar. Me cuentan con lujo de detalles acerca de aquellas vacaciones de verano en Mar de las Pampas, veinte años atrás. Tartamudean anécdotas interminables acerca de reñidos partidos de damas chinas o proezas dudosas en una cancha de bochas. Me tienen despierto toda la noche para que les cuente las últimas novedades de sus telenovelas favoritas.

Parece que en vez de un medium a mí me tocó ser un extra small.

Destino

Si acaso resulta cierto aquello de que el destino de todos nosotros ya está escrito, uno tiende a pensar que el estilo de redacción de estas páginas premonitorias probablemente resulte impersonal y neutro, horriblemente similar a un reporte policial. Algo tan insulso, supongamos, como esto:

Existencia de Don Adalberto Quiñones - Tomo XXXIV - Folio 357 - 14 de Octubre de 2007:
[...] El sujeto en cuestión parte de su casa a las 7.25 con destino a su trabajo, tal lo acostumbrado en las mañanas de los días laborables. Sin embargo, en esta ocasión olvida llevar consigo su paraguas negro, que queda apoyado junto al marco de madera de la puerta de entrada. La mañana se presenta despejada y agradable (con una temperatura ambiental cercana a los 22 grados centígrados), por lo que el citado sujeto no se percata de su involuntaria omisión a lo largo del trayecto que lo acerca a sus actividades laborales, ni tampoco destina consideración alguna al tema durante el resto de la jornada.
[...] A las 18.27, momento exacto en el que el sujeto comienza a transitar las seis cuadras que lo separan de la estación de trenes subterrános a la que debe acudir como parte del periplo de regreso a su hogar, se desata una importante tormenta que pasará a acumular, a lo largo de poco más de media hora, casi 7 milímetros de agua precipitada. El citado sujeto, cuyas ropas pasan a empaparse del líquido elemento de manera inexorable, musita para sí mismo mientras trota hacia su destino "¡Justo hoy me vengo a olvidar el paraguas! No hay caso, es el desti...". La reflexión del citado sujeto queda súbitamente trunca debido un repentino e infortunado resbalón, que provoca que golpee la parte posterior de su cabeza contra la base de un poste de luz allí emplazado y sufra un ligero hundimiento del hueso occipital acompañado de pérdida de conocimiento. [...]

Un espanto, vea.

Si pudiera elegir, me encantaría que el encargado de mi destino personal fuera un escriba celestial pero porteño, típicamente cínico y medio canyengue a la hora de andar dictando futuros. Algo así, por ejemplo, no estaría nada mal:

Existencia de Don Amor Entintado - Tomo XXIX - Folio 294 - 3 de Noviembre de 2005:
[...] El chabón, sin darle demasiada pelota a la montaña de laburo que se le acumula por los cuatro costados, se sienta frente a la maquinola y se pone a teclear, dale que dale, como si sirviera para algo. Se hace el misterioso con eso de hacerse llamar "Amor Entintado" (lejos, pero lejos, el seudónimo más nabo del universo) y escribe de nuevo algo en ese esperpento cibernético que insiste en llamar "weblog", como si usar una palabrita de moda en inglés pudiera disimular el hecho de que no es más que una versión (no demasiado mejorada) del típico diario íntimo de una nena de doce años.
Y encima hoy, de puro banana nomás, no tiene mejor idea que redactar una sarta de huevadas acerca de los destinos que ya están escritos y no se qué otra estupidez más, de paso burlándose (veladamente, pero yo no soy ningún gil, eh) de mi "poco refinado" estilo. Ay ay ay, el salamín este ni se imagina la sarta de pequeñas torturas que le tengo reservadas de ahora en más, así deja de creerse tan piola.
Para ir arrancando, ya mismo el inodoro de la oficina pasa a tapársele irremediablemente, sin sopapa a la vista. Ah, y que ni se le ocurra pensar en prender el aire acondicionado, porque no va a funcionar ni a palos. ¿Y a que no se imaginan quién se va a manchar la camisa con mostaza a la hora del almuerzo? [...]

Zoorprendente

Algunos de los ejemplares más notables que se pueden encontrar durante un paseo dominical por el Zoológico de Buenos Aires:

Nutria venenosa (Ratum peludæ mortalis): Esta peligrosa variante de la nutria común posee un pelaje que, al ser utilizado como material para prendas de vestir, provoca al menor contacto con la epidermis humana una reacción alérgica que incluye una persistente picazón, lagrimeo de los ojos, estornudos en serie y un fulminante infarto de miocardio. La nutria venenosa no posee ninguna característica externa que la distinga de sus inofensivas hermanas genéticas, por lo que varios expertos naturalistas (como por ejemplo el biólogo uruguayo Eliseo Washington Darwin, sobrino nieto de Charles) han coincidido en catalogar esta mutación como "simples ganas de joder". Citamos como patente muestra de sus funestos efectos a la infame masacre de Vladivostok de 1983, en la que los setenta y seis miembros de un afamado ballet cosaco fallecieron en escena por causa de una partida de sombreros confeccionada con la piel de estos temibles roedores.

Dromedario alcohólico (Dromedarium choborrex): Así como todo el resto de los camélidos, este cuadrúpedo utiliza su joroba (o jiba) para acumular nutrientes que le permiten sobrevivir largos períodos de tiempo en condiciones desérticas desprovistas de fuentes de alimentación o líquidos fácilmente accesibles. Sin embargo, esta sub-especie no almacena allí fluidos ricos en lípidos, como podría esperarse, sino un destilado de alcohol de alta graduación (más precisamente, whisky Chivas Regal 18 años). Esto causa que los beduinos africanos los descarten como animal de transporte, ya que suelen presentar un paso zigzagueante y pleno de vacilación, además de una molesta tendencia a prorrumpir en versiones a capella de los éxitos de Pimpinela e intentar seducir torpemente a cuanto ser vivo se cruce en su camino.

Falso rinoceronte (Rhinoceros falopæ): Otro caso en el que un animal presenta todas las características de una especie en particular pero cuenta con algún pequeño elemento que lo aparta en su clasificación global. El falso rinoceronte es prácticamente indistinguible del verdadero, tanto por su rotundo aspecto visual como a través de tomografías computadas y exámenes de ADN. No obstante, muy en el fondo de su alma, el falso rinoceronte se considera a sí mismo una grácil gacela atrapada en el cuerpo de un gigantesco paquidermo, y por lo tanto sufre de una angustiante depresión crónica.

ZooOso.jpg

Oso pardo borroso(Plantigradis borrosus): Este mamífero plantígrado es sumamente amigable e inofensivo, a punto tal que es utilizado en varias regiones de Asia Menor como mascota casera. Sin embargo, y a pesar de su dócil comportamiento, el oso pardo borroso presenta una seria dificultad para ser catalogado en publicaciones especializadas, ya que todo intento de fotografiarlo resulta en una imagen que indefectiblemente se encontrará fuera de foco. A lo largo de los años, varios fotógrafos de afamadas publicaciones como Nature y National Geographic se han visto obligados a retirarse (y en casos extremos, optar por el exilio a una institución psiquiátrica budista situada en una escarpada zona de los montes Urales) debido a la insoportable vergüenza profesional de no haber sido capaces de capturar una imagen aceptable de esta simpática bestia.

Encuentro de dos potencias

— Condesa Manola Von Dachshund, nos encontramos nuevamente.

— Así es, Mateo El Grande, así es. Y me temo que es claro que este pasillo no es suficientemente grande para ambos.

— Está usted en lo cierto, mi respetable adversaria. Propongo entonces un certamen para dirimir nuestras diferencias de una vez por todas: quien logre engullir la mayor cantidad de migas rancias, bollitos de pelusa e insectos agonizantes a ser encontrados en el suelo que nos rodea, será proclamado Emperador Absoluto de Toda Superficie Embaldosada.

— Acepto gustosa el desafío. Por favor, aguarde un momento mientras me rasco vigorosamente la oreja y correteo mi propia cola en círculos, a manera de calentamiento precompetitivo.

— Con todo placer. Si no le molesta, aprovecharé mientras tanto para desgraciarme con notable estruendo y luego culparla implícitamente a usted mediante mi expresión facial más dulce e inocente.

Touchée, astuto pilluelo. Touchée.

El viaje

Empezaste a mirarme de manera extraña cuando comencé con los preparativos. Traté de explicarte mis motivos, pero esa mueca burlona que ni siquiera intentabas ocultar me hizo entender que mis palabras eran inútiles. Cuando te reías ahogadamente durante las conversaciones telefónicas con tu madre, sospecho que se burlaban de las decenas de cuadernos que llené con anotaciones en un lenguaje nuevo y hermoso que jamás entenderás. No creas que fui ajeno a los cuchicheos socarrones entre vos y tus amigas desde que me rapé la cabeza y dejé de comer alimentos que empezaran con la letra a o j, tal como especificaban las instrucciones que recibía todas las noches en el sótano a través de la radio de onda corta. Sé que fuiste vos la que llamó de urgencia al equipo de psiquiatras luego de descubrir los frascos en los que guardaba mis pestañas, prolijamente conservadas en almíbar.

Y hoy las nubes están teñidas de verde, los mares lentamente empiezan a hervir y el ensordecedor zumbido de esta multitud de gigantescas naves plateadas en el cielo te paraliza de horror. Al fin te das cuenta de que siempre tuve razón, pero ya es muy tarde.

Tal como prometieron, mis nuevos amigos me están esperando para llevarme con ellos. Y elegí como mi único compañero en este viaje de salvación a Filomeno, nuestro canario, que siempre creyó en mí.

Te aseguro que no me arrepiento en lo más mínimo.

Propuesta

Desde mañana, solamente para ver qué pasa, las cosas van a ser ligeramente distintas.

Las espadas se disolverán en leche exactamente un segundo después de ser desenvainadas. Ese paquete sospechoso en un rincón oscuro del Ministerio sólo contendrá papel picado de colores y el exagerado tictac de un reloj verde de juguete. Los gatillos trocarán ominosos bangs por simpáticos plings. Golpes y cosquillas serán, para todo efecto práctico, absolutos sinónimos.

Emociones fuertes, sí, pero que no sean nada más que bostezos disfrazados.

En una de ésas las realidad funciona mejor así.

Descubrí Ariel

El detergente para lavar la ropa Ariel tiene una nueva campaña en la que piden que los usuarios satisfechos relaten cómo conocieron el producto. Éste es el texto que acabo de enviarles:


Las cosas con Lucrecia se habían desgastado hasta un punto irrecuperable. El amor se nos había esfumado sin darnos cuenta, como una Polaroid vieja maltratada por el sol. Nos detestábamos, y a esa altura ni siquiera necesitábamos motivos concretos. Seguíamos juntos por una especie de inercia haragana que no hacía más que alimentar nuestro resentimiento.

No sé exactamente qué fue lo que hizo que todo estallara aquella noche. Quizás quemó la cena otra vez, o quizás me acusó de engañarla con la recepcionista de la empresa. No importa demasiado. Lo que sí recuerdo perfectamente es la pasmosa tranquilidad con que me levanté y saqué el cuchillo del segundo cajón. La mirada de Lucrecia, al principio casi divertida en su incredulidad, no se terminó de transformar en una mueca de horror hasta la quinta puñalada. Mientras hundía la hoja una y otra vez entre sus costillas, me sorprendió el gorjeo sordo de la sangre al escaparse rítmicamente por las heridas, como si un canario cantara bajo el agua. Cinco minutos o cinco horas después, se me agarrotaron los dedos de la mano y el dolor me obligó a parar.

Miré a mi alrededor, resoplando por el esfuerzo. No me importó demasiado el desparramo sanguinoliento en el piso de la cocina, pero la camisa que traía puesta era una de mis favoritas y no estaba dispuesto a darle a Lucrecia el placer de haberla arruinado. La puse en el lavarropas, agregando apenas un chorrito de Ariel Futur líquido. Ni siquiera me preocupé por restregar las manchas; sabía instintivamente que no sería necesario. Luego de un corto ciclo de secado y un planchado cuidadoso, la camisa estaba como nueva. Me la puse sin apuro, disfrutando de la increíble suavidad de la tela al deslizarse sobre mi piel y el delicado perfume que la impregnaba.

Sólo entonces, fresco y elegante, llamé a la policía y me senté en el balcón a esperar, fumando tranquilamente.


Estoy convencido de que en cualquier momento me llaman para incluir mi valioso testimonio en su nuevo spot televisivo.

Meta meta

En muy contadas ocasiones, los contenidos de este blog son (en teoría) originales, resultado exclusivo de las gastadas neuronas de quien esto escribe. Esto no implica ningún valor estético más allá de la vaga satisfacción de haber creado algo desde cero.

La mayor parte del tiempo, si se fijan, los textos son insoportablemente autorreferenciales, enfocándose sobre el blog en sí mismo y los procesos involucrados en mantenerlo. Esto suele ocurrir cuando el tiempo apremia y la vergüenza de no actualizar el sitio por varios días sobrepasa la paciencia de esperar a que la inspiración se digne a golpear la puerta.

Ahora, cuando se dedica una entrada completa a escribir acerca de escribir en el blog, ahí ya las cosas pasan de castaño oscuro.

Pasatiempo

El tiempo muerto entre misión y misión puede ser un día, un mes o un año. El agente secreto ocupa estos períodos de espera escribiendo novelas que describen al detalle sus correrías por el mundo: un secuestro y un golpe de estado por aquí, un sabotaje y un asesinato por allá. No se preocupa demasiado por distorsionar nombres, momentos o lugares, y sus superiores tampoco se lo reprochan. Nada mejor para esconder la realidad que transformarla en ficción.

Sentado cómodamente frente a su máquina de escribir, el agente secreto aguarda pacientemente a que suene el teléfono y una voz sin rostro comience a gestar su nuevo best-seller.

Planes literarios

Voy a escribir un libro sin preocuparme en lo más minimo por los gustos del público. No voy a investigar los temas más candentes en las listas de best-sellers de los diarios dominicales ni pienso contratar a una consultora para que sondee las tendencias del mercado literario, segmentado por sexo, edad y grupo socioeconómico. Nada de fantasía épica adolescente, ni de profundas investigaciones sobre la turbia vida de personajes de la política, ni de claves meticulosamente enumeradas para vivir una vida más plena. No permitiré que un editor cambie una mísera coma de lugar. Ni siquiera les daré los borradores a mis amigos más cercanos para que me ofrezcan su opinión. Voy a escribir, solamente para mí, la novela que me venga en gana.

El protagonista tendrá trece años y se hará llamar, dependiendo del capítulo, Juan, Braulio o Angélica. El tiempo a veces correrá hacia atrás y otras veces hacia adelante, según convenga. La historia (en realidad, el manojo de cientos de historias paralelas) transcurrirá a lo largo de un período cercano a los siete meses, pero en todo momento serán las seis y veinte de la tarde de un viernes de verano. Algunos personajes serán viejos y jóvenes a la vez, de a ratos ricos y de a ratos pobres, desdoblándose y fusionándose conforme avance o retroceda la historia. Todos, absolutamente todos, estarán perdidamente enamorados y no habrá lugar para el cinismo. Ocurrirán (en desorden) cuatro traiciones, cinco tropiezos, seis abandonos y quince redenciones. Los besos serán bastante más importantes que los cuchillos. Habrá un capítulo escrito enteramente en letras azules. Habrá una encargada de un puesto de peaje tan bella que, literalmente, duela. Habrá un vaso que caiga y se haga añicos, en varios momentos, sobre varios pisos, resbalando de las manos de varias personas, y será siempre el mismo vaso. Habrá un reflejo atrasado de una novia inventada en un espejo mentiroso. Habrá un ejército de monos carteristas asolando las calles de Bogotá.

El libro será el equivalente literario a sentarse en el cordón de la vereda para tomar un helado, diez minutos después de haber llegado a casa después de un viaje demasiado largo, a esa hora en que la tarde se niega a despertarse de la siesta.

Creo que con una buena campaña de marketing puede llegar a vender muchísimo. Me vendría bien, así cambio el auto y me hago un lindo crucero por el Caribe.

Yo, tú, él

Me exasperan muchísimo los escritos enteramente redactados utilizando una misma persona, género y número a lo largo de toda su extensión. Te sentás a leer este tipo de cosas y enseguida, si sos como yo, te invade una sensación de sopor ante la falta de desarreglos lingüísticos. El escritor responsable de esa clase de obras seguramente cree, con toda la razón del mundo, que la coherencia sintáctica y semántica resulta fundamental para la buena literatura. Prefiero componer bestialidades como ésta, que cambien de narrador a cada paso, que se regodeen en sus muchos defectos y nulas virtudes, que terminen muriendo sin llegar a decir absolutamente nada.

Superpoderes

Estoy plenamente convencido de que absolutamente todos los seres humanos nacen con algún tipo de superpoder.

Algunos pocos afortunados cuentan con habilidades que pueden resultar económicamente rentables: romper corazones con una media sonrisa, combinar cinco notas de la manera perfecta para arrancar una lágrima o clavar una pelota en el ángulo desde treinta y cinco metros. El resto de nosotros, la inmensa mayoría, nos tenemos que conformar con pequeñas destrezas más o menos inútiles.

Luego de mucho análisis, he llegado a la conclusión de que mi superpoder personal tiene que ver con los controles remotos. Soy capaz de pisar por primera vez una habitación de hotel en algún país lejano, tomar el mando a distancia de la TV y comenzar a manejarlo en pocos instantes como si lo hubiera tenido entre mis manos durante toda la vida. Tranquilamente puedo, en una sala completamente a oscuras, reacomodar a gusto el ecualizador gráfico multibanda de un moderno combinado musical en menos de cinco segundos. Poco importan la cantidad de botones, el idioma de las etiquetas o el tipo de equipo a ser manejado: no existe control remoto se resista a mis innatas aptitudes. Mi traje sería parecido al de Superman, pero en sobrios tonos de gris y con un gran botón de "ON/OFF" en el pecho.

A no desesperar entonces, estimado/a lector/a, si su superpoder resulta tan patético como el de un servidor. Uno de estos días organizaremos la "Liga de héroes de medio pelo" y saldremos a patrullar las calles, completamente ajenos a las carcajadas generalizadas ante nuestros ridículos atuendos caseros.

Alguien, en algún momento, necesitará de nosotros. No podemos darnos el lujo de fallar.

Carnaval

Caperucita roja, vestida para la ocasión con grandes botas, una camisa a cuadros y barba de dos días, usó su hacha para abrir un tremendo tajo en el estómago de la abuelita disfrazada de lobo disfrazado de abuelita, de donde habría de emerger segundos después el verdadero leñador, graciosamente ataviado con peluca gris de rodete y florido camisón, ante la atónita mirada del lobo feroz, irreconocible bajo su amplia capa carmesí con capucha al tono.

Pinocho, camuflado a un costado como armario de larguísimo picaporte, apenas podía aguantar la risa. Las cosas en Bosque Encantado siempre se ponían más divertidas durante el carnaval.

Crimen perfecto

No hubo huellas digitales ni cajones en desorden ni manchas de sangre. Gruesos ladrillos tapiaban las ventanas desde hace años. La puerta estaba cerrada por dentro con una llave que alguien perdió. Nadie dijo escuchar gritos ni forcejeos ni ruidos extraños. Ni siquiera hubo víctimas y mucho menos victimarios.

El crimen inexistente resulta siempre el más perfecto.

Conversación fatal en Quilmes

—Hermenegildo, sentate; tenemos que hablar.
—Por supuesto, Azucena, si hablando se entiende la gente.
—Te lo voy a decir sin rodeos: siento que no me tenés en cuenta, que me das por sentada. Tengo seis amantes diferentes y vos, perdido en tu mundo, ni te das por enterado.
—Y, bueno. Cocodrilo que se duerme es cartera.
—Me callé por mucho tiempo, pero llegué a un punto en el que directamente te odio. Detesto tu cara y tu cuerpo me produce arcadas. Aborrezco cada pequeño detalle de tu espantosa personalidad. Y, por sobre todas las cosas, odio la forma pedante y sentenciosa en que hablás.
—Es que del amor al odio sólo hay un pequeño paso.
—También sé que no vas a cambiar nunca. Y decidí asegurarme de que no puedas lastimar a otras como me lastimaste a mí.
—Tené cuidado con eso, Azucena, por favor, que a las armas las carga el diablo.

Y así fue como El Hombre Que Hablaba Siempre En Refranes encontró, en seis certeros disparos, su merecido fin.