Si acaso resulta cierto aquello de que el destino de todos nosotros ya está escrito, uno tiende a pensar que el estilo de redacción de estas páginas premonitorias probablemente resulte impersonal y neutro, horriblemente similar a un reporte policial. Algo tan insulso, supongamos, como esto:
Existencia de Don Adalberto Quiñones - Tomo XXXIV - Folio 357 - 14 de Octubre de 2007:
[...] El sujeto en cuestión parte de su casa a las 7.25 con destino a su trabajo, tal lo acostumbrado en las mañanas de los días laborables. Sin embargo, en esta ocasión olvida llevar consigo su paraguas negro, que queda apoyado junto al marco de madera de la puerta de entrada. La mañana se presenta despejada y agradable (con una temperatura ambiental cercana a los 22 grados centígrados), por lo que el citado sujeto no se percata de su involuntaria omisión a lo largo del trayecto que lo acerca a sus actividades laborales, ni tampoco destina consideración alguna al tema durante el resto de la jornada.
[...] A las 18.27, momento exacto en el que el sujeto comienza a transitar las seis cuadras que lo separan de la estación de trenes subterrános a la que debe acudir como parte del periplo de regreso a su hogar, se desata una importante tormenta que pasará a acumular, a lo largo de poco más de media hora, casi 7 milímetros de agua precipitada. El citado sujeto, cuyas ropas pasan a empaparse del líquido elemento de manera inexorable, musita para sí mismo mientras trota hacia su destino "¡Justo hoy me vengo a olvidar el paraguas! No hay caso, es el desti...". La reflexión del citado sujeto queda súbitamente trunca debido un repentino e infortunado resbalón, que provoca que golpee la parte posterior de su cabeza contra la base de un poste de luz allí emplazado y sufra un ligero hundimiento del hueso occipital acompañado de pérdida de conocimiento. [...]
Un espanto, vea.
Si pudiera elegir, me encantaría que el encargado de mi destino personal fuera un escriba celestial pero porteño, típicamente cínico y medio canyengue a la hora de andar dictando futuros. Algo así, por ejemplo, no estaría nada mal:
Existencia de Don Amor Entintado - Tomo XXIX - Folio 294 - 3 de Noviembre de 2005:
[...] El chabón, sin darle demasiada pelota a la montaña de laburo que se le acumula por los cuatro costados, se sienta frente a la maquinola y se pone a teclear, dale que dale, como si sirviera para algo. Se hace el misterioso con eso de hacerse llamar "Amor Entintado" (lejos, pero lejos, el seudónimo más nabo del universo) y escribe de nuevo algo en ese esperpento cibernético que insiste en llamar "weblog", como si usar una palabrita de moda en inglés pudiera disimular el hecho de que no es más que una versión (no demasiado mejorada) del típico diario íntimo de una nena de doce años.
Y encima hoy, de puro banana nomás, no tiene mejor idea que redactar una sarta de huevadas acerca de los destinos que ya están escritos y no se qué otra estupidez más, de paso burlándose (veladamente, pero yo no soy ningún gil, eh) de mi "poco refinado" estilo. Ay ay ay, el salamín este ni se imagina la sarta de pequeñas torturas que le tengo reservadas de ahora en más, así deja de creerse tan piola.
Para ir arrancando, ya mismo el inodoro de la oficina pasa a tapársele irremediablemente, sin sopapa a la vista. Ah, y que ni se le ocurra pensar en prender el aire acondicionado, porque no va a funcionar ni a palos. ¿Y a que no se imaginan quién se va a manchar la camisa con mostaza a la hora del almuerzo? [...]