Algunos de los ejemplares más notables que se pueden encontrar durante un paseo dominical por el Zoológico de Buenos Aires:
Nutria venenosa (Ratum peludæ mortalis): Esta peligrosa variante de la nutria común posee un pelaje que, al ser utilizado como material para prendas de vestir, provoca al menor contacto con la epidermis humana una reacción alérgica que incluye una persistente picazón, lagrimeo de los ojos, estornudos en serie y un fulminante infarto de miocardio. La nutria venenosa no posee ninguna característica externa que la distinga de sus inofensivas hermanas genéticas, por lo que varios expertos naturalistas (como por ejemplo el biólogo uruguayo Eliseo Washington Darwin, sobrino nieto de Charles) han coincidido en catalogar esta mutación como "simples ganas de joder". Citamos como patente muestra de sus funestos efectos a la infame masacre de Vladivostok de 1983, en la que los setenta y seis miembros de un afamado ballet cosaco fallecieron en escena por causa de una partida de sombreros confeccionada con la piel de estos temibles roedores.
Dromedario alcohólico (Dromedarium choborrex): Así como todo el resto de los camélidos, este cuadrúpedo utiliza su joroba (o jiba) para acumular nutrientes que le permiten sobrevivir largos períodos de tiempo en condiciones desérticas desprovistas de fuentes de alimentación o líquidos fácilmente accesibles. Sin embargo, esta sub-especie no almacena allí fluidos ricos en lípidos, como podría esperarse, sino un destilado de alcohol de alta graduación (más precisamente, whisky Chivas Regal 18 años). Esto causa que los beduinos africanos los descarten como animal de transporte, ya que suelen presentar un paso zigzagueante y pleno de vacilación, además de una molesta tendencia a prorrumpir en versiones a capella de los éxitos de Pimpinela e intentar seducir torpemente a cuanto ser vivo se cruce en su camino.
Falso rinoceronte (Rhinoceros falopæ): Otro caso en el que un animal presenta todas las características de una especie en particular pero cuenta con algún pequeño elemento que lo aparta en su clasificación global. El falso rinoceronte es prácticamente indistinguible del verdadero, tanto por su rotundo aspecto visual como a través de tomografías computadas y exámenes de ADN. No obstante, muy en el fondo de su alma, el falso rinoceronte se considera a sí mismo una grácil gacela atrapada en el cuerpo de un gigantesco paquidermo, y por lo tanto sufre de una angustiante depresión crónica.
Oso pardo borroso(Plantigradis borrosus): Este mamífero plantígrado es sumamente amigable e inofensivo, a punto tal que es utilizado en varias regiones de Asia Menor como mascota casera. Sin embargo, y a pesar de su dócil comportamiento, el oso pardo borroso presenta una seria dificultad para ser catalogado en publicaciones especializadas, ya que todo intento de fotografiarlo resulta en una imagen que indefectiblemente se encontrará fuera de foco. A lo largo de los años, varios fotógrafos de afamadas publicaciones como Nature y National Geographic se han visto obligados a retirarse (y en casos extremos, optar por el exilio a una institución psiquiátrica budista situada en una escarpada zona de los montes Urales) debido a la insoportable vergüenza profesional de no haber sido capaces de capturar una imagen aceptable de esta simpática bestia.