Me exasperan muchísimo los escritos enteramente redactados utilizando una misma persona, género y número a lo largo de toda su extensión. Te sentás a leer este tipo de cosas y enseguida, si sos como yo, te invade una sensación de sopor ante la falta de desarreglos lingüísticos. El escritor responsable de esa clase de obras seguramente cree, con toda la razón del mundo, que la coherencia sintáctica y semántica resulta fundamental para la buena literatura. Prefiero componer bestialidades como ésta, que cambien de narrador a cada paso, que se regodeen en sus muchos defectos y nulas virtudes, que terminen muriendo sin llegar a decir absolutamente nada.