Felisa, ¡me vuelo!

Asomando una mano temblorosa desde la parva de trabajo y ocupaciones varias que me sepulta (el 31 de Diciembre parece ser una especie de barrera psicológica para todos los proyectos, que se desesperan por terminar antes de que haya que cambiar de almanaque), me tomo un minuto en estas épocas tan propensas a balances varios para agradecer (y muy en serio) a todos quienes pasan cada tanto por este rincón y dedican algunos instantes a repasar las insistentes gansadas de su seguro servidor.

A riesgo de ahogarlos en almíbar irremediablemente cursi, sepan que cada una de sus visitas se aprecia mucho, y este brindis imaginario con sidra tibia y barata pero bien dulce va por todos ustedes.

Nos seguimos leyendo, entonces, con calendario flamante. No se van a librar tan fácilmente de mí.