Bombas de verdad y belleza

Me gusta leer absolutamente todo lo que cae en mis manos. Tengo además la suerte de pertenecer a una familia en la que las bibliotecas de mis padres y abuelos están atiborradas de libros de todo tipo, estilo y época (como ejemplo, basta ver una de las fotografías que publiqué hace un tiempo en este post), las cuales vengo saqueando regularmente desde que tengo uso de razón. Clásicos, modernos, best-sellers, rarezas, cuentos, novelas, poesía: no le hice ni le hago ni le haré asco a nada.

Sin embargo, uno de los escritores que más admiro y que figura de manera prominente en una larga lista de influencias (todas ellas mal canalizadas, claro) de mi vida literaria no fue descubierto entre esas páginas sino aquí, en el dudoso mundo virtual de Internet. Su nombre es Joey Comeau, es canadiense y, según tengo entendido, no supera los veintitrés años.

El hecho de que el Sr. Comeau no haya publicado (de la manera tradicional impresa en tinta y papel) más que cuentos cortos en alguna que otra revista y que aún sea un simple estudiante universitario de ciencias lingüísticas no hace mella en su brillantez. De hecho, me hace admirarlo aún más. Escribe en una prosa simple y directa, mezclando humor blanco, negro, verde (y de todos los colores que uno pueda imaginar) con un sentido del romanticismo (en el más cabal sentido de la palabra) capaz de romperte el corazón en dos líneas. Su cuento Where are you off to now? (que se puede traducir como "¿Para dónde vas ahora?"), acerca de un guía turístico que se desvía de su trayecto y lleva a su grupo en un tour ciclístico de su viejo barrio, pasando por las casas de todas sus ex-novias en plan de venganza, es de lo mejor que leí en toda mi vida. Son tres o cuatro páginas por las que vale la pena anotarse en un curso para aprender inglés, si uno no conoce el idioma. Para una lista más completa de los trabajos de ficción de su autoría que pueden encontrarse en la Web, pueden pasar por acá.

Como no podía ser de otra manera, Joey mantiene un weblog, lleno de recomendaciones personales, pensamientos azarosamente inconexos y pequeñas memorias agridulces que son siempre un placer para los sentidos. Otro de sus proyectos, firmemente plantado en el absurdo pero sin renunciar a la poesía, es Overqualified, una colección de cartas de presentación enviadas a compañías reales ofreciéndose (de las peores maneras posibles y sin demostrar vergüenza alguna) para distintos puestos de trabajo. Cuando las descubrí, varias veces me reí hasta que me dolía acá en el costado y las lágrimas no me dejaban seguir. Cada tanto, por suerte, se agrega una nueva carta a la lista.

Pero quizás el trabajo del Sr. Comeau que más admiro es su webcomic, A softer world, el cual ya recomendé en otras varias ocasiones pero aún así no puedo dejar de nombrar. Cada tira es como un glorioso comprimido en verso libre de todo lo que hace que me guste tanto, y las fotografías (obra de Emily Horne) son sencillamente fabulosas: a primera vista completamente desconectadas de las palabras, pero sólo a primera vista. El archivo completo, desde que se empezó a publicar en Febrero de 2003, se puede encontrar en esta página.

Acá van las transcripciones textuales de algunas de mis preferidas, que pierden muchísimo de su atractivo debido a la torpe traducción y la falta de imágenes. Pasen, si gustan, por el original de cada una de ellas para la experiencia completa:

Perdí a toda mi familia en el incendio. Lloré durante semanas. Nada podía consolarme. Hasta que desperté esta mañana, y podía volar. Simplemente desplegar mis brazos y partir. (Enlace al original)

Mi abuela tiene esta broma en la que dice "toc, toc", yo digo "¿quién es?", ella dice "no me acuerdo", y se pone a llorar. (Enlace al original)

En medio de la noche huelo café. Llego hasta la cocina, sonriendo, hasta que recuerdo que estás muerta. (Enlace al original)

Dije mil veces que daría mi alma por tenerte de vuelta. Pero nunca firmé nada. (Enlace al original)

Los casquetes polares se derritieron, pero estábamos preparados. Con nuestros regalos de San Valentín impermeables. Con nuestros equipos de buceo para gatitos. (Enlace al original)

Y, por último, mi favorito personal, que pinta de cuerpo entero mi propia postura ante esa mirada soberbia y cínica disfrazada de supuesta inteligencia que está tan de moda hoy en día, esa estúpida noción de que "si todo me causa desdén, entonces soy genial", esa teoría enferma que postula que belleza y cursilería son sinónimos inevitables:

Sí, creo en el amor, sí, soy un soñador. Pero no estoy solo. Hay muchos más de nosotros que lo que vos sospechás, y tenemos bombas. Bombas de verdad y belleza. (Enlace al original)