Mis lectores habituales seguramente apreciarán la oportunidad de echarle un vistazo a la compleja maquinaria creativa detrás de los textos que aquí se publican. Precisamente a eso pienso dedicar estas líneas.
Para usar un ejemplo concreto, la idea que dio vida al artículo que están leyendo en estos momentos surgió hace cosa de un par de minutos. Inmediatamente escribí el párrafo introductorio y luego pasé a concentrarme en el desarrollo del argumento principal. Cuando me di cuenta, entrada ya la tercera oración del segundo párrafo, de que a nadie en su sano juicio puede interesarle en lo más mínimo lo que yo tenga para decir acerca de cualquier tema, y menos que menos éste en particular, decidí para bien de todos terminar con el asunto de la manera más torpe y abrupta posible.