El jardín entintado

En nuestro jardín, la primavera corre de adelante hacia atrás. Un extraño sujeto de elegantes zapatos lo recorre, documentando cada paso en reversa. Las flores y las aguas son dominio exclusivo de cuadrúpedos salvajes y adorables bañistas. Y por cortesía de cierto tío talentoso y sus secuaces, el aire se llena de una música endiablada, especie de rumbita candombera tangófila, o tango rumbero candombeado, o candombe tanguero rumberístico, como ustedes prefieran.

Ah, ¿no me creen? Fíjense.

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