Añoro tus caricias,
tu grácil, lento andar,
tus manos en mi cuello,
cada beso en el zaguán.
Te adoro con locura
demasiado literal.
Lástima que el síndrome
esquizoide bipolar
me inunde ahora de asco
y el odio más vulgar.
Pedazo de atorranta,
si me volvés a tocar,
te juro que te quiebro
de una piña el maxilar.
Que te llore Magoya
Camino laxo, igual de complacido
(no sé si la palabra es impertérrito).
Te olvidaste de llevarte tus vestidos
negros. Los rojos no están, obvio. Te has ido,
escribiría si usara el pretérito
perfecto y no el porteño. Poco mérito
tiene acá dar pena en rima; es remanido
llorar en tierras de tango y ejércitos
de tristes que buscan aplauso y éxito.
Yo esquivo la metáfora. Yo te olvido.
Soneto contra tiempo
Veinticuatro sanjuanes bajo el brazo
y sólo estos dos versos mal armados.
La rima todo estorba y ya cansado
masco adverbios y escupo los pedazos.
Tres años más, tres líneas en mil días,
y el mismo hastío tiñe cada trazo.
No son suaves caricias, son zarpazos,
reflejos de una musa muerta y fría.
El asco y la impaciencia se entreveran
con rictus de pavor en las miradas
de aquellos que estas letras resistieran.
Mas hoy bendigo aún tus carcajadas,
tus guiños y tu afán de primavera
que obligan a parir tanta pavada.
Haiku literal
Primero, cinco
Siete moras después
Cinco de nuevo
Guapo de Miami
Acá en este rioba hay bienudos sin grela
Y yo medio en bolas, sin fierro, varón
Tuve que largar el bufoso en Ezeiza
Y entrando la yuta me cacha el facón
Si calo el chambergo, me hirve el balero
Parao en la esquina con sol de neón
El jetra me pesa y los timbos, tan negros,
Se enchastran de arena y me como un garrón
La rubia que yira en aquel cabarulo
Se caga de risa de un pelpa de mil
Araca, papusa, enfilemos p'al bulo
En Flagler y Quince, junto al Burger King