Añoro tus caricias,
tu grácil, lento andar,
tus manos en mi cuello,
cada beso en el zaguán.
Te adoro con locura
demasiado literal.
Lástima que el síndrome
esquizoide bipolar
me inunde ahora de asco
y el odio más vulgar.
Pedazo de atorranta,
si me volvés a tocar,
te juro que te quiebro
de una piña el maxilar.