Elaborado íntegramente con uvas cultivadas sobre las laderas septentrionales del río Las Cuevas, protegidas naturalmente de los ocasionales extremos del clima cuyano, este vino representa el pináculo de más de un siglo de desarrollo enológico en las Bodegas Maison Tintée. Cuidadosamente cosechadas en su punto justo de madurez, las uvas son despalilladas por un grupo de monjes tibetanos dentro de pequeñas habitaciones oscuras, pasando luego a un proceso de fermentación y maceración no menor a cinco años, bajo temperaturas constantemente controladas.
En nariz se presenta suavemente especiado, con aromas a canela, tabaco, frutas confitadas y cuero claramente distinguibles en una primera olfación, causados sin duda por su prolongado estacionamiento en barricas de roble de Eslavonia, pinotea y PVC. Es posible percibir, en inspección más profunda, ciertos dejos a vainilla y pimienta, coronados por una personalísima combinación de lavanda, cordero asado y trusa antigua.
Redondo, aterciopelado y casi imperceptible en su acidez, es al momento de beberlo que el Valle de Las Cuevas Malbec realmente muestra su carácter excepcional. Su ataque sedoso y equilibrado es pleno en notas de frambuesa, manteca y tierra húmeda, con taninos suaves y agridulces. El final de boca es prolongado y persistente, combinando puntos de café torrado, plátano verde y una particular salinidad, reminiscente de las lágrimas mezcladas con sangre que se nos agolpaban en la garganta aquella madrugada en que nuestra madre nos abrazó fuerte, muy fuerte, prometiéndonos entre susurros entrecortados que esa sería la última vez que ese cerdo borracho e infame nos golpeaba así, blandiendo el cinturón como un látigo infernal a lo largo de interminables minutos, con los ojos desencajados y esa espantosa espuma en la comisura de los labios.
Ideal para acompañar quesos blandos, carnes de caza y espárragos gratinados.