Tardó un tiempo, pero al fin logró reunir un millón de monos y un millón de máquinas de escribir. Según la leyenda, al cabo de un millón de años alguno de ellos lograría escribir la mejor novela jamás conocida. Grande fue su decepción cuando, cumplido el lapso, lo único medianamente legible que pudo encontrar entre la enorme montaña de hojas mecanografiadas fueron estas mismísimas líneas, que ni siquiera logran concluir de manera correctklkadfkjasdfnm3,,mbananamvÑ%343e2.