Todo en orden

El semáforo pasó de amarillo a verde. El taxista puso primera y en apenas unos segundos llegaron a la puerta de la casona. Un cartel anunciaba en letras desvencijadas que se trataba del "Hogar Para la Tercera Edad «Mi Cuarto Azul»". El lúgubre silencio del lugar, rodeado de quintas abandonadas, se rompía ocasionalmente por el grito anacrónico de un diariero lejano anunciando la sexta edición.

El viejo sentado en el asiento trasero tragó saliva, intentado calmar esa sensación apretada en la garganta. La angustia de llegar a un lugar desconocido le recordó sus inicios en el Séptimo Regimiento de Granaderos, en los tiempos en que su voz era todavía una octava más aguda y en donde su misión principal consistió por varios meses en liderar al grupo en el rezo de la novena en la capilla. Suspiró para despejarse y salió con dificultad del auto, resignado a malgastar plácidamente esa décima parte de vida que quizás le quedaba.