Seguramente existan varios estudios dedicados al Síndrome Salinger (que bien podría rebautizarse, por ejemplo, como Síndrome Harper Lee). A grandes rasgos, esta supuesta patología suele referirse a aquellos escritores que en un punto muy tempranero de sus carreras se encontraron con un grán exito de crítica y ventas, y que luego (quizás temerosos de no poder colmar las expectativas con sus siguientes obras, quizás asqueados de la popularidad y el constante escrutinio) optan por "desaparecer" tanto del mundo literario como de la vida pública. Frecuentemente, este hermetismo autoimpuesto se combina a lo largo de los años con una serie de rumores (habitaciones rebosantes de manuscritos sin publicar, fotografías borrosas saliendo de un supermercado, confesiones de viejos amantes) que no hacen otra cosa que seguir agigantando la leyenda.
Yo humildemente propongo la institución del Síndrome Entintado, antípoda del fenómeno al que se hace referencia en el párrafo anterior. En este caso, el autor directamente decide jamás crear su obra maestra (ni al principio, ni en la mitad, ni al final de su carrera literaria), debido sobre todo a su absoluta incapacidad intelectual para hacerlo. Así pasa sin escalas a generar una larguísima sucesión de bodrios irremediables, los cuales logran la difícil tarea de decepcionar a un público que ya de por sí no esperaba absolutamente nada. Y lejos de ocultarse, avergonzados por sus nulas aptitudes artísticas, aquellos afectados por este trastorno deciden poner su intimidad a disposición de cualquier tipo de escrutinio popular, revelando a grito pelado su color favorito (amarillo cadmio) o detallando los alimentos que les producen acidez estomacal (cualquier cosa al ajillo) ante quien tenga la mala suerte de cruzarse por su camino. Los ejemplares más peligrosos de esta cofradía pueden llegar al espantoso extremo de publicar su propio weblog, desparramando sus despropósitos en el éter sin ningún tipo de control.
Sólo espero que nadie se me haya adelantado a implementar esta novedosísima idea. Odiaría perderme los millones de dólares que esperan ser acumulados en concepto de derechos de autor.