Nuevas e intensas responsabilidades laborales se suman a la sempiterna pereza primaveral y unas ganas tremendas de pasar cada minuto casero tirado en la cama, rodeado de panzas y enanos. El tiempo libre escasea, conspirando contra estas páginas. Hace mucho que no hay movimiento en este rincón y eso no me gusta para nada.
Es momento de tomar una decisión. Como es muy poco probable que en el corto plazo amainen estas condiciones climáticas (y, de hecho, apostaría a que se intensificarán considerablemente cuando dentro de unos meses sumemos un nuevo miembro al Clan Entintado), he optado por encarar este weblog de una manera algo distinta.
Desde su comienzo, hace ya más de tres años, la operatoria de publicación en Amor Entintado ha sido en general bastante consistente. La gran mayoría de los posts (aunque no lo parezca) son bocetados, escritos, revisados y retocados varias veces antes de ser puestos a consideración de la distinguida audiencia. Esto resulta incompatible con los tiempos acotados en los que nos toca vivir, y seguir insistiendo con esta metodología resultaría seguramente en larguísimos períodos de inactividad.
Para evitarlos, voy a probar un acercamiento más espontáneo, desestructurado y urgente a esto de bloguear. Apenas chisporrotee en mi hipotálamo cualquier cosa semejante a una idea, allá saldrán mis dedos despedidos en busca de un teclado. Posts menos extensos pero más frecuentes. Una metralleta cargada de equivocaciones. Palo y a la bolsa, en el peor sentido posible.
Vislumbro un futuro de ficciones incomprensibles, imágenes desenfocadas, conceptos engañosos, reseñas innecesarias, acordes fuera de tono y párrafos rotundamente objetables. Ahora que lo pienso, nada demasiado diferente a lo que venimos haciendo hasta hoy.
Quedan todos invitados a seguir pasando por este bolichito. No tengo planeado bajar la persiana todavía.