Allá va Néstor. Acérquense a la ventana, mírenlo.
Allá va Néstor, corriendo desnudo en plena calle, apurado por llegar a un examen para el que no estudió, perseguido incansablemente por un asesino de rostro desfigurado y amenazante machete.
Allá va Néstor, con una sonrisa plácida en los labios, aliviado porque ya nunca más sufrirá ese temor constante, ese pavor de que sus pesadillas se transformen, algún día, en realidad.