Pensó: "Esta lluvia tenaz,
que no es más que hache dos o,
riega mi yo, que a su vez
es vejez y agua cansada,
lluvia de nada con pies".
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Vuelta de espaldas, la tarde
parte cobarde y no salda
deuda de falda y corsé:
sostiene, pues, que ya es noche.
¿Reproches? Desde las 3.
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Soy un farsante sin gloria,
triste historia, falso Dante
que irritante va al averno
olvidando cuerno y cola
pero en bolas: posmoderno.
La semiespinela, como explica acá Pedro Poitevin mucho mejor de lo que yo podría hacerlo, es un invento del uruguayo Jorge Drexler que busca condensar el espíritu de una décima espinela en una longitud propicia para un tuit (ciento cuarenta caracteres): se trata de cinco versos de ocho sílabas que mantienen la estructura abbaaccddc pero usando rimas internas.
Para mí, que disto mucho de ser poeta, chapurrear semiespinelas es más que nada un simpático ejercicio literario para matar el tiempo en Twitter (como las tres de allá arriba, versiones corregidas en ritmo y métrica de las tuiteadas originalmente acá, acá y acá. Sin embargo, en manos realmente capaces (como las del maestro Nicolás Poulsen, mi amigo El Topo Erudito, el antedicho Poitevin o el mismo Drexler los resultados pueden ser brillantes. Para muestra, el hashtag #semiespinela en Twitter es buen lugar para empezar a pispear.