Un día se le ocurrió poner una maceta con un geranio al del balcón número cuarenta y siete y Baldomero se quedó sin poema. Ahora falta que las oscuras golondrinas no vuelvan más.
Un día se le ocurrió poner una maceta con un geranio al del balcón número cuarenta y siete y Baldomero se quedó sin poema. Ahora falta que las oscuras golondrinas no vuelvan más.