Edelmiro Zárate brilló en sus estudios universitarios, amasó una gigantesca fortuna tras el éxito de cada una de sus múltiples empresas, sedujo a las más hermosas mujeres del jet-set y se destacó en el polo, la esgrima y el bridge, todo ello con la única y secreta intención de arribar a este preciso instante.
Soporta pacientemente las consultas acerca de mascotas de la infancia, modistos favoritos y los tres libros que se llevaría a una isla desierta, seguro del eventual desenlace de la entrevista.
— ¿Y cómo es Edelmiro en la intimidad? —, le pregunta al fin, pícara, la joven periodista de la revista Gente, y él con enorme placer levanta de la mesa el grabador portátil y se lo revienta en la cara, justo en el medio de esa sonrisita imbécil, tal como había planeado desde un principio.