No me pienso dejar engañar por tanto palabrerío astronómico. Ese firulete de luz colgado del horizonte, al que insisten en disfrazar de cometa, no es otra cosa que la señal que estuve esperando toda mi vida. Y apenas den las doce pienso cumplir con mi destino y salir a sacrificar doncellas con este puñal tan curvo, tan frío, tan devastadoramente elegante.