Romance

Llegó el momento que Lucrecia y Edgardo tanto habían anhelado. ¡Al fin solos! Se miraron largamente a los ojos, se tomaron de las manos y se estrecharon en un sensual abrazo. Sus cuerpos se fundieron en uno solo. Los niños del barrio no podían decidir si era más gracioso referirse al monstruo resultante (cuatro ojos, dos bocas, hermafrodita, cuadrúpedo y cuadrúmano) como "Lucrardo" o como "Edgarcia".