De su padre heredó los ojos castaños y el gusto por el jazz. De su madre heredó el paso cansino y la forma de estornudar. Del perro heredó la desconfianza y una leve tendencia a la socialdemocracia. De un campesino polaco del siglo XIX heredó las medias y la dispepsia crónica. De estas líneas heredó la torpeza y una vida demasiado efímera.