Aparentemente, Chevy Chase invirtió bien sus ganancias de Fletch y la saga de Vacaciones (sospechamos que en bonos del tesoro argentino), porque ahora es dueño de todo un pueblo bautizado en su honor, que como vemos incluye también un banco con su nombre ubicado en una calle con su nombre, en un arranque egomaníaco que no nos extraña demasiado.
Pero Chevy no fue el único comediante que decidió lanzarse al mundo de los negocios, como pudimos descubrir tras una exhaustiva investigación. Por ejemplo, pocos saben que John Candy había decidido abrir una caramelería/bombonería en Sunset Boulevard antes de su prematura muerte, atragantado con un pastelito de dulce de batata. En el viejo continente, Benny Hill tuvo una lucrativa compañía que manejaba el cinturón ecológico de la ciudad de Oxford, y es responsable de las hermosas colinas de basura que se pueden distinguir en el horizonte desde la sala de campanas en la torre de la iglesia de Saint Augustine. Más cercano a nuestros pagos, descubrimos que el simpático Eddie Murphy es presidente de una exitosa cadena de locales de comida rápida autóctona en el noroeste argentino (tamales, hamburguesas de locro, humita feliz para los niños) llamados Eddie's Morfi. Los cómicos locales tampoco se quedan cortos en sus impulsos empresariales: Jorge Corona y sus consultorios de salud dental, la línea de alta costura de Miguel Ángel Cherutti junto a su hermano Nino, los locales de lencería masculina de Ante Garmaz. Estos casos no hacen más que comprobar que, contrario al imaginario popular, risas y negocios bien pueden ir de la mano.
Mientras tanto aquí, en la gran ciudad, una nueva hora comienza.