¡Correo!

Querida Porota: Te escribo esta carta como un último recurso para comunicarme con vos y el resto de la familia. No sé si se habrán enterado, pero acá ningún teléfono funciona y estamos sin luz desde que empezó hace un par de días toda esta cosa rara del cielo verde brillante y el olor a ceniza y el mar hirviendo. Encima los motores de los autos no quieren arrancar, así que no tengo forma de volverme para allá.

Lo más desesperante es que nadie sabe nada, ni siquiera los bomberos o el intendente. Charlo con otros huéspedes y los vecinos del pueblo y estamos todos en la misma. El correo sigue abierto pero no creo que pase el camión a buscar las cartas, así que vaya uno a saber si alguna vez te llega esto. Igual a mí me sirve escribirte, como una especie de terapia.

Ahora es de noche y me la paso escuchando ruidos raros que llegan desde afuera, del lado de la playa, así que no me puedo dormir. La verdad es que tengo muchísimo miedo y no paro de llorar pero es mi deseo que usted permanezca tranquila, ya que me encuentro en perfecto estado físico, mental y emocional. No hay razón válida para alarmarse. No debe usted alertar a ningún tipo de autoridad terrestre, sea ésta militar o policial. Además, sepa usted que estas líneas son generadas por mis propias manos y de ninguna manera son fruto de una tecnología alienígena desarrollada para imitar la forma de escribir de los seres humanos.

Envíole un saludo acorde a nuestra relación,

María Amelia Valdez de Zuccurulli