Acabo de patentar una idea que debería transformarme en multimillonario en pocos meses, si mis cálculos son correctos. Se trata de una innovadora tecnología de protección de copia que buscará terminar con el problema de la piratería, ese incesante e inmoral flagelo que hoy azota al mundo del arte.
Mi sistema, al que denomino Copywrong™, ofrece una solución elegante, transparente y efectiva para proteger los derechos de autor de todo tipo de obra. Comprenderán ustedes que no pueda revelar en este momento ningún tipo de detalle técnico, por obvias cuestiones legales y de secreto industrial, pero sí intentaré describir la forma en que opera esta revolucionaria tecnología.
En rigor a la verdad, Copywrong™ no impone ningún tipo de impedimento físico a la realización de una copia no autorizada, pero las reproducciones siempre resultarán de menor calidad que los originales. Y aquí no me refiero a una inferioridad en el sentido técnico o material del término, sino al más puro nivel artístico. Además, las reproducciones ilegales continúan llevando consigo el sistema Copywrong™ activado, por lo que subsiguientes intentos de copia producirán engendros que continuarán degradándose en forma exponencial.
Permítanme ilustrar este concepto con ejemplos concretos. Supongamos que un vándalo realiza fotocopias de un ejemplar de "Las aventuras completas de Sherlock Holmes" protegido con Copywrong™. En la primera copia, Sherlock sigue logrando resolver todos los misterios que se le presentan, pero todo resulta bastante más complicado: algunos de sus disfraces fallan, ignora varias pistas importantes que tiene frente a sus narices y su fiel ladero Watson tiene que sacar las papas del fuego en diversas ocasiones. Para el momento en que alguien realice una copia de ese primer facsímil, y luego otra copia de la segunda copia, notaremos que los embusteros, traficantes y asesinos de todas las historias se salen invariablemente con la suya porque Holmes es un borracho inútil que se la pasa tocando el violín en su estudio y Watson termina decidiendo aliarse con el Profesor Moriarty para seguir la provechosa senda del crimen.
Algo similar ocurrirá en el caso de grabaciones musicales, por supuesto: la primera duplicación no autorizada de "Sonata n°1 para piano y cello" de Beethoven contendrá notas pifiadas aquí y allá, y el tempo en el allegro vivace sonará algo rezagado. La décima copia directamente se asemejará a la canción "La gallina turuleca" interpretada en acordeón y bombo por la barra brava de Sportivo Barracas.
Podrán ustedes a esta altura imaginarse el efecto que Copywrong™ puede tener sobre el arte plástico: en nuestras pruebas de laboratorio, una fotografía digital de alta calidad de "El beso" de Gustav Klimt se transformó en unos garabatos indignos de un niño en edad de preescolar en tan sólo un puñado de pasos.
Para finalizar, y como prueba cabal e innegable de que esta tecnología funciona perfectamente, este mismísimo weblog es sin ir más lejos una copia de cuarta generación de un original protegido con Copywrong™ que, para ser sinceros, tampoco era nada del otro mundo para empezar.